Tío Pumba maneja el Torino azul, lanzado a velocidad máxima por la lineal y apacible ruta provincial. A 92 kilometros por hora vamos. Pero el Torino está muy bien de suspensión y Milton puede aprovechar para acortar el viaje leyendo. Ha comenzado a leer una historieta que le dio Papá de Milton, El Eternauta.
Y empieza por el principio, lee el prólogo de Oesterheld.
Y entonces lee: "El héroe verdadero de El Eternauta es el héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así mi sentir intimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo".
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Sin Sabino, sin Cartucho. Sin Constantino, sin Lucas Francia, sin Fernando González. Esto es: casi cinco jugadores posiblemente titulares afuera, justo en un partido chivísimo. Con algunos que si están, pero resfriados y semilesionados. Santa Rosa salta a la cancha con muchas dudas en la formación y con una certeza: si no se gana, se entra al último tercio del torneo dependiendo de los resultados de los demás.
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Después de un primer cuarto aburrido Santa Rosa no lastima pero empuja y gana metros paso a paso. Tal vez vayan treinta cuando hay un medio gol de Pablo Alanís, rematado por Lezcano contra el arco de los túneles para ponernos arriba. Independiente remonta y reacciona, hace suyos los últimos diez minutos, la pelota cruza el área un par de veces, pero no entra.
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Cuando van cuatro minutos, Papá de Milton explica que está asustado. "Tengo miedo que se enamoren del uno a cero", dice, cuando falta tanto por jugar, y ya lo vemos venir: se busca mantener, se deja de atacar, nos vamos metiendo atrás, en fin.
Nada de eso parece pasar pero ni siquiera es necesario enamorarse porque en un pestañeo el uno a cero no ta más. Ha habido un centro a la olla, un cabezazo inesperado en una jugada ridícula. Doblas empata.
El partido vuelve al equilibrio y Santa Rosa vuelve a la normalidad. Sin dominar ni acorralar a nadie, el albo se afilia a un juego vertical y burbujeante con mucho sacrificio de todos. De repente, van quince minutos, un pelotazo sale del medio y encuentra a Lezano picando, la pelota entre él y el arquero, el dos no lo faulea, el arquero no lo ahoga y piensa en la gambeta larga, Lezcano la engancha por arriba y es gol nuestro, fulminante contra y golpe en el mentón para Doblas.
Entonces, después de todos los abrazos, Independiente sale aturdido a volver a buscar el partido, la pierde enseguida y la pelota vuelve a su campo, la defensa tartamudea y Ariel, que como todos ha corrido mil pelotas perdidas, esta vez va y mete hasta que ahi tá, la encuentra servida, y cuando todavía sseguimos gritando el segundo gol, va y mete el tercero, knock out.
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Un trámite intenso tuvo el partido hasta el final. Diremos que Doblas fue y trató de acercarse, que movió la pelota todo lo que buenamente pudo, pero que falló lo no mucho que tuvo. Que Lezcano estuvo a quince centímetros del hat trick, pateando una pelota desde lejos que iba metiéndose hasta que el defensor de Doblas la revolea cerca de la línea. Que el partido se manejó bien del lado de Santa Rosa, bien plantado y respondón para la contra, que todo funcionó bien aceitado aún hasta cuando ya no nos daban las piernas.
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Doblas tuvo varios problemas, algunos propios y otro muy ajeno. Ese otro problema fue que Santa Rosa hizo un partido impecable, desde su vieja guardia (Pablo, Gaby, Fabricio, los dos Marios) hasta su sector flogger. Las pelotas que sacó Alanís de cabeza, un metro sesenta y cuatro. Lo que se corrió en el medio, lo que se movieron los de arriba, lo que cerraron los de abajo. No podemos elegir acá un héroe, una figura. Santa Rosa jugó su mejor partido del año a nivel grupo. Solidaridad, actitud, ímpetu, luz y fuerza: el albo lo tuvo todo.
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El partido tuvo otro factor, la maldición de Miguel Riglos, la sensación de que el rojo de Doblas era la kryptonita, los siete partidos pasados desde la última vez que Santa Rosa le ganó a Independiente, ey, precisamente por este mismo resultado de tres a uno. Entonces, se quebró la maldición, se rompió el destino.
Los fantasmas no existen.
Abrazos.
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Independiente D. 1 - Santa Rosa 3
El albo formó con Michelena; Calvente, Alanís, Fabricio Pérez, Ibanbargoitía; Epinal, Rambur Sayago; Abrigo, Susvielles y Gastón Lezcano. En el ST entraron Walter Nicollier, Oscarcito Bravo y Angelito González, su debut en el campeonato. El partido se jugó en el Estadio Ecológico de Doblas, una cancha totalmente integrada con su entorno natural. Lo arbitró Cristian Reinoso, no del todo mal, pero cobrando manchas y sacando amarillas a lo loco (sobre todo a nosotros) hacia el final del partido. La temperatura era de 20º, sin viento, con solcito en media cancha y la otra mitad a la sombra de los eucaliptus. Nuestra reserva ganó tres a uno. Había 181 hinchas de Santa Rosa, 264 hinchas de Doblas, 1 camión bocinante insufrible, 3 policías y 3 perros feroces, también de Doblas.
2 comentarios:
habia 195 hinchas visitantes + algunos mas, y 389 locales + algunos mas
Es posible, se complica contar cuando hay gente adentro de los autos.
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