Bueno, hoy ya es sábado como verán, pero no queremos dejar de escribir sobre el último partido, cosa que hacemos desde hace cinco años aunque ustedes no lo crean, el blog de futbol más viejo de toda la pampa.
Lo que pasó fue que Tio Pumba entró a tocar cosas y le cambió la clave para entrar y se la olvidó, entonces lo tuvimos que llamar por teléfono al señor de Google y pedirle que nos la cambiara y nos pusiera una nueva que nunca vamos a olvidar, que es "5deseptiembre". Como el señor de google que nos atendió tiene una paja bárbara tardó un montón hasta que lo amenazamos a través de amigos poderosos y entendió todo. Así que va la crónica de lo que nos acordamos.
Este post está dedicado a Diego Calvente, con un gran abrazo para él.
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Un poco tristes por lo que ya sabemos que pasó en la semana. Pero mientras vamos en el Torino Azul, recién lavado, nos vamos dando manija sobre lo que es el espíritu albo y gauchitogilesco de tener templanza y capacidad de reacción frente a los problemas y las macanas. Ninguna cosa va a apagar nuestro fuego interior, decimos.
El equipo sale a la cancha con niños en brazos y otros corriendo, entonces, y otra vez más se reinicia el ciclo de la vida como en el Rey León.
Caen los papelitos, suena el bombo, allá vamos, otra vez corriendo con la camiseta puesta.
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Lo que nos acordamos del partido: primer tiempo un poco trabado. Anguilense no es un mal equipo y tiene un jugador muy interesante por línea (el arquero Canhué, Stork, el ocho, Segurado aunque se fue enseguida). Nosotros no estamos del todo finos y Bati Domínguez se tira muy atrás, Cornejo no se tira muy adelante, así que nos queda un solo delantero para preocupar, Baldissoni. Planteo raro para un equipo que ha llegado a poner cuatro delanteros netos en cancha.
Lo único que recordamos del primer tiempo es una pelota que fue palo o algo así, un cabezazo, y varios cierres del gran Pablo Alanís, que nos hacían recordar sus tardes heroicas de 2000 y 2001 (eso decía abuelo de Milton, porque Milton en esa época era un espermatozoide).
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Las cosas mejoran algo en el segundo tiempo y ahí nomás hay un gol, una pelota que tira muy justa Sabino Aguero cruzando centro de lado a lado a la cabeza de Colazo, de gran debut y buen partido, y baja a Bati Domínguez que hace una pirueta y mete un pase a la red, a rastrón y despacito.
Un gol arriba todo cambia y el albo se para mejor ya, aunque no concreta todavía situaciones claras. Papá de Milton ve la cosa con peocupación, estos son partidos que tenemos que ganar (ey, es contra anguilense de local!) y si no los cerramos ellos van a tener una. Previsiblemente, la tienen: entre pifies y amagues, Anguilense mueve la pelota de un lado para otro hasta que Bafundo la empala y la pelota pasa por el costado de Pascua, derechito al arco. Cuando va a entrar, Fabri Pérez se cruza, un pie adentro y un pie afuera y la rescata. No es gol aunque anguilense reclame. Para ellos pasó el tren, no van a tener otra igual. No es culo nuestro, sino concentración, la idea de seguir la jugada aunque la pelota esté lejos. Pero igual revela que ningún partido está cerrado si sólo vamos un gol arriba.
Finalmente, como todos sabrán a esta altura, si logramos cerrar el partido. Toro Cornejo, muy embalado sobre el final, empuja y va bordando jugadas, con gran ayuda de Ariel Abrigo y Brian Cornejo entrados para el cierre. Es mejor no terminar arrinconados contra nuestro arco, sino con un corner a favor: eso es lo que pasa cuando van 45. Entre los dos Cornejos, Toto y Brian, hacen una variación de la famosa jugadita, que sale con centro de bowling al pie de Fabri Pérez, que ahora hace el mismo empuje con el que había sacado la pelota del arco para meterla al segundo palo frente a la popular de Ameghino, nos guiña un ojo y se abraza con todos.
Otro día en la oficina, Santa Rosa gana a Anguilense dos cero, todos los grandes ganan y comparten punta, el ciclo sin fin de la vida sigue su giro sin fin y el domingo se apaga.
Mañana mismo, a la mañana, otro capítulo de la lucha eterma, el bien contra el mal. 11 horas en vivo, en Turnes Stadium.
Abrazos.
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