Enraizado de lleno en la historia natural de la salvación, el Deuteronomio relata los avatares del pueblo como un poderoso esfuerzo para salvar el patrimonio espiritual ahora en peligro.
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Finalmente, en el quinto partido, aparece Toto. A los 28 años, debuta en primera en el Mateo Calderón. Verlo es ver a un jugador distinto: como para una pelota que viene envenenada con hombro-pecho-muslo, como se le filtra desde atrás a un rival que va cerrando, confundiéndolo con técnicas ninja, como pone el empeine para que la pelota salga haciendo patito y le vuelva al pie un par de metros después. Mas allá de estas pavadas, juegos artificiales de malabarista, hay otra dimensión de Toto, que no es técnica sino heroica. Lo verán en el primer gol, una pequeña maravilla donde saca petróleo del pasto: la pelota va flotando alrededor suyo mientras el defensor no puede hacer ni mano, ni foul ni cerrarle la línea de pase, y le pega después justo cuando el arquero está dando el paso adelante, y al mismo tiempo desde la popular parece que todo fuera facilísimo de hacer. Pero lo importante, después de esa jugada, Cornejo festeja el gol que ha hecho. Es un uno a cero a los 13 minutos frente a Che Guevara. Parece poco; otro lo hubiera canchereado, armado esos festejos de coreografía de acto de la primaria. En ese festejo vemos el alma de un pibe que se fue a los doce años de su casa a jugar al fútbol allá, y que mil veces ha pensado: estoy solo, estoy triste, cómo me gustaría jugar en Atlético Santa Rosa. Y ahora está acá.-
Ah, hubo un partido, con un golazo de Baldissoni que parecía liquidarlo (zapatazo desde afuera del área, con defensas y arquero a contrapié en la salida, pega arriba y al costado de la red del arco de la Civit). El partido se nos autocomplicó con mano de González que fue también su segunda amarilla y expulsión. Lo patearon dos veces y lo metieron las dos, pero valió un solo gol. Quedando a tiro Che Guevara empezó a jugar con más ánimo, y Santa Rosa ya sin Toto (cambiado por ampollas y murras varias) se quedó con nueve, por una protesta -justa- de Chano Domínguez que encontro a Macchi muy quisquilloso -ya para esto nos había pintado de amarillo medio equipo.
Faltaban quince minutos para el final y las cosas ya se habían puesto feas de verdad. Guevara terminó jugando con el arquero de líbero, muy pintoresco y peligroso para los dos lados. Se lo aguantó con aplomo y serenidad pero algo falló al final, un zapallazo que deja a todo el mundo mal parado y obliga a que Mariano Pascua salga con la mano fuera del área. Valiente decisión, que evitó un gol seguro. No correspondía último recurso porque el delantero no había dominado la pelota. Tiro libre feísimo, Guevara decidió jugarla rápida y la sacaron enseguida al área, pero se apuraron demasiado y la terminaron rifando arriba. Mejor por dos razones, primero porque así ganamos, segundo porque nos iba a dar un ataque cardíaco si se tomaban todo el tiempo del mundo para patear el tiro libre. Y eso fue todo, sufriendo al cuete, pero ganamos.
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Al final del Domingo, los resultados nos iban a quedar bien. Perdió All Boys con Doblas (1 a 0), empataron Belgrano y Macachín (0-0), y Anguilense le ganó a Campos 2 a 1. La tabla queda: 1) Macachín, 10 puntos; 2) All Boys, Santa Rosa, Belgrano, y Campos de Acha, 8; 5) Anguilense, 7; 6) Che Guevara, 6; 8) Independiente de Doblas, 5; 9) Villa Germinal, 2.
Santa Rosa 2 - Che Guevara 1. 86 hinchas de Che Guevara, 162 hinchas de Santa Rosa y algunos otros infiltrados. 22 grados en el Mateo Calderón, donde Che Guevara era local -y por eso salimos antes, no nos hicieron esperar los embolantes 15 minutos-. La reserva volvió al triunfo, 5-3. No estuvieron los históricos árboles de la calle Ameghino, que fueron cortados para siempre. Milton y familia, que estuvieron tanto tiempo bajo su sombra, no están de acuerdo.
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1 comentario:
y qe mas por este loco amor, albo te amo!!
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