21 junio 2009

Capítulo 13: "I wanna hold you so much"

Cuando volvemos a casa, Tío Pumba entra, más bien, con cara larga. Su novia Irina lo mira y casi siempre sabe cómo salió Santa Rosa, sin que él lo diga. Irina conoce la cara de goleada a favor, la cara de goleada en contra, la cara de empate en el último minuto con dos jugadores menos, la cara de pudimos meterle cinco goles pero nos llegaron una vez y nos empataron. Todas las caras, menos la cara de suspendieron un partido en nuestra cancha cuando íbamos ganando tres a uno. Esa es nueva.





Santa Rosa 3 - Campos de Acha 1



El partido se jugó en el Estadio "Mateo Calderón" de Santa Rosa. Asistencia: 314 espectadores de Santa Rosa, 187 espectadores de Acha. Récord de público en el Mateo. La temperatura era de 15º C y el clima estaba soleado. Santa Rosa jugó con camiseta blanca y Campos de Acha con camiseta celeste; ambos tienen pantalones blancos.

El albo formó con Michelena; Epinal, Constantino, Fernando Gonzalez, Ibanbargoitía; Montigni, Maidana, Agüero y Sayago; Susvielles y Andrágñez.

Lo arbitró Martín Lobo. O tal vez sea mejor decir: lo está arbitrando Martín Lobo, porque el partido no termina, se para a los 15 minutos del segundo tiempo.

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El partido empieza con un recibimiento conmovedor, resuenan ecos imaginarios del clip de Milton que en dos días juntaba 100 visualizaciones en YouTube.

Santa Rosa sale con el pie firme pero Campos es, sin duda, el rival más duro. No por nada es el único equipo que queda en pie. En cada jugada todo empieza al principio elástico, agudo, vertical, pero en cada jugada algo sucede enseguida -un rechazo, un espacio que se cierra, una de más- y la pelota gira en círculos, cambia de lado. Por momentos entusiasma y por momentos se deshilacha en la irrelevancia, parece una discusión entre Dezeo y Coller, con la diferencia de que acá los ánimos están tensos.

Santa Rosa aplica el primer golpe a los 28 ST. Hay un corner, primero un cabezazo, y después otro, y después la red, la loca red. Fernando González se llena otra vez la boca de gol y Tío Pumba se abraza con Papá de Milton. Un gol pedía yo, que el primer gol fuera nuestro.

Y acto seguido, un número nueve de Campos que, al momento de apelar un fallo, le pregunta al árbitro por su precio de mercado. "¿Cuanto te pusieron, forro, cuánto te pusieron?, dice. El juez no considera atinada esa curiosidad y lo echa.

Pero igual sabemos que nada es suficiente, sabemos que nos han pasado cosas raras. Lo del empate de Campos viene en un tiro libre atajable, vagamente parecido al primer gol que nos metió Villa Iris en Villa Iris.

Largo entretiempo, parece partido de AFA. A la vuelta el albo empieza bien y enseguida, a los dos minutos, vuela un centro al área y mientras la pelota está en el área, Coqui Susvielles siente una mano en su cuello, siente que lo empujan para atrás, pierde el equilibrio pero no se cae. Papá de Milton razona que si se hubiera tirado, el árbitro capaz le sacaba amarilla por simular. Pero como queda en pie, el agarrón se recontranota y el juez cobra penal.

Tío Pumba saca la libretita, se pone los anteojos de leer y dice: "En condiciones normales, penal es el 90 % de un gol". Y sigue: "Pero fijate los penales en partidos que jugamos nosotros: los rivales patearon tres y metieron uno. Nosotros pateamos dos y metimos cero". Eso da un 20 % de penales metidos en nuestros partidos.

Tal vez por eso vemos enseguida que no hay mucho entusiasmo en patear el penal, pesan las piernas. Papá de Milton está renervioso. Si no metemos este penal, piensa Milton, luego terminamos perdiendo el partido. El que se anima es Andrágñez y como se sabe, tenemos fe en Jesús. Pero el penal se discute un montón, pasa el tiempo, es en el arco de la Civit donde tiene su hinchada Campos, el arquerito de Acha se siente protegido, se siente futuro héroe.

Jesús toma una carrera corta, le pega abajo, el arquero adivina la esquina pero la pelota entra. Gol, abrazo de gol, pero nadie se relaja. Hay dientes apretados, el partido entrará en su zona más intensa porque Campos se tiene que tirar a descontar enseguida.

Campos juega, mete cambios, da el paso adelante. Es plata o mierda.

Y mierda le sale. Hay un pase largo cruzado que recibe Sabino, Campos queda mal parado. En lugar de pararla y armar la jugada, Sabino la toca en pase ni bien recibe, hacia la punta derecha donde Campos dejó toda la colectora libre. Hacia ahí iba corriendo Susvielles. Con buen césped y panorama, con el sol a su espalda, sin líbero a la vista, Susvielles corre primero como una gacela, pero se preocupa y se va encorvando a medida que se acerca el arco, y entonces
corre
corre
corre
como corría Burruchaga contra los alemanes.

La pelota, siempre al pie, y en ese momento imaginamos el pase gol obvio: por el otro lado, solísimo Gaby Sayago.

Pero no van a pasar esa película. Por egoísmo, por miedo al offside de Gaby, por fe en sí mismo, porque ve que el arquero no le sale enseguida a cerrar, Coqui muestra su optimismo y la cruza pegandole al arco. La pelota pega en la pared del costado de la red, pasando por dentro del arco. El gol es perfecto, hermoso, veloz, luminoso.

Coqui sale corriendo, ahora más despacio, levanta el dedo índice y lo cruza sobre la boca mirando de frente a la hinchada de Campos. Eso sube la temperatura ambiente y le valdrá una amonestación por festejo excesivo. Luego irá al costado a darle un beso a mamá mientras el insoportable número 14 del banco de Campos lo putea gritándole en la oreja. La postal es bizarra.

Se reanuda el juego, mientras siguen los abrazos en la platea y un Walter Nelson imaginario se pregunta si lo digo o no lo digo. Decilo, dice Milton. Los jugadores termocéfalos de Campos (que no son todos) tienen burbujitas de calentura que le salen de la cabeza.

Luego sale la figurita que debería figurar en el diccionario ilustrado de la mala leche, en la letra F de fútbol y de forro. Una bestia salvaje (pusimos en algún momento el nombre, pero al final no sabemos si fue Cayumil, Langoff, el General Campos o quien de los moradores de la ciudad de la amistad), un animalito que soltaron en la cancha aprovecha que Andrágñez está recibiendo una pelota con la punta del pie. El burro, ajeno a la jugada, aprovecha que venía corriendo de veinte metros y se tira con las dos piernas a la altura de los muslos. La patada fue una doble patada intencional, hecha para lesionar, propia de una bestia salvaje. Jesús cae de costado. La bestia, que no ha caído, lo remata con el envión y le pega dos patadas mas en la espalda, a la altura de los riñones. Así completa el combo: primero pega de atrás como un traidor, luego le pega dos veces a un tipo caído como un cobarde.

Todo contra Jesús, que es un pan de Dios, y que por supuesto no contestará, que pondrá la otra mejilla como dicen los evangelios.

La patada asesina deriva enseguida en una batahola propia de Copa Libertadores del setenta, donde se pelean los que se pegan y se pegan también los que entraban para separar. Hay mucho manotazo, pero no hay nocauts, la policía separa, algunos sensatos de ambos equipos van conteniendo la cosa. Imaginamos una pronta reanudación del partido, pero no.

Falta de garantías, dice la policía. Falta de garantías, repetirá Lobo. Mientras el catch transcurría, vimos y sabemos que hay piedras que cayeron contra el línea desde la hinchada de Acha. Y que hay una botella que cae del otro lado que es el nuestro, donde está la platea de Santa Rosa, pero tal vez esa platea no sea la culpable. Eso nunca lo sabremos. Condorito en persona llama a la calma, mientras hay discursos y debates entre árbitros y policías.

Hay incredulidad y, como en Tío Pumba, caras largas. Oímos que Raúl Arballo, veterano de mil batallas, quiere quedarse en su palco. Está convencido que el partido se reanudará, ha visto mil veces líos iguales o peores donde se siguió jugando. Mientras, se van los jugadores de Acha, puteados por la platea, pero no vuela ni una mosca, ni un salivazo. La impresión general es que Lobo debería haberle dado otra chance al partido, haberse dado a si mismo otra chance de no dejar de jugar, como árbitro, un partido tan importante como el que le dieron.

Mientras nos vamos, Milton dice: la sensación es de una pena inesperada, no tristeza, pero sí una ducha fría después de estar metido en la bañera con agua caliente. Tragamos saliva y queda la garganta con gusto a fósforo. Era un partido donde queríamos despedir al equipo con un aplauso, donde todo pintaba para una posible goleada.

Pero, la mierda: una patada traicionera y una pelea normal, casi lógica después de eso, nos han privado de ver todo lo que vinimos a ver. La mierda sucede, y Milton dice: carajo, mierda.

Papá de Milton no está de acuerdo, y hace una lista de razones.

-- Ganamos el partido, el partido que teníamos que ganar.

-- Lo hicimos con autoridad, nunca estuvo el partido en riesgo.

-- Demostramos de uan vez y para siempre que somos el mejor equipo del campeonato.

-- En el triangular de candidatos con Campos y Sarmiento, sacamos en cancha 10 de 12 puntos posibles.

-- Hay que valorar el hecho de que no nos metimos en la pelea final, que si hay algún informado de nuestro lado, no será mas de uno.


Tío Pumba comparte las razones y dice que sí, que arriba el ánimo. Que los hijos de puta no nos quiten la alegría, tenemos que festejar.

Y entonces, los tres nos juntamos en un gran abrazo.

No esperen sorpresas feas en la semana, dice Papá de Milton. Razona que lo que vaya a hacer la Liga depende del informe del árbitro. pero la situación es bastante parecida al incidente del año pasado entre Santa Rosa y Guardavidas, que también fue en el Mateo. Cuando un jugador promueve incidentes, de los cuales se deriva la suspensión del partido, se da por perdido el juego al equipo de ese jugador. Sabemos que seguramente hubo piedras de un lado, la cuestión en el peor de los casos es culpa concurrente entre las hinchadas.

El hecho de que Santa Rosa vaya ganando tres a uno al momento en que se para hace que sea más fácil para a la Liga tomar la decisión que va a tomar, tal vez este miércoles, tal vez más adelante: decretar que el partido lo hemos ganado tres a cero. Con lo cual, en los papeles, para la estadística, al final, no habrá existido ese gol evitable, y se habrá hecho, también y finalmente, justicia.

Ahora hay elecciones y un parate, pero de acá a tres semanas, Santa Rosa va a salir campeón.

Abrazos.

3 comentarios:

Gonzalo dijo...

que grande milton.
te cuento que yo quería festejar, porque siento que este partido no nos lo quita nadie. y que si la liga nos lo da en contra, sabemos que fuimos mejores que campos, que les pintamos la cara y que tenemos mucho mas huevo que ello, porque lo que hizo el tipo ese no es de hombre.
por eso creo que santa rosa ganó el partido, y se lo tienen que dar a su favor.
si quieren pueden observar o sacar de la nueva web del hincha www.atleticosantarosa.com.ar el penal de Jesús.
gracias y un abrazo de campeón

Milton dijo...

GOnza, mirá bien que te falta un .ar en el link de la portada de tu web.

Para acceder ahi, mientras tanto:

http://www.atleticosantarosa.com.ar/1.html

Anónimo dijo...

una verguenza lo de ese jugador lo que le hizo a ese pobre pibe.
no tiene que pisar mas una cancha de futbol podria haberlo lastimado seriamente si le pegaba en la columna

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