19 marzo 2012

(2) Problemas de abastecimiento de agua

El sol brilla luminoso en Winifreda y en nuestros corazones al llegar al Estadio. Para entrar tenemos que ir hasta Colonia Barón más o menos, pero finalmente llegamos a la cancha.

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Qué pena lo que pasó. Porque el partido era GA NA BLE. Santa Rosa tiene potencial y, sin bailarlo, jugó mucho mejor, le achichonó los palos a Nolo Wiggenhauser, movimos por arriba y por abajo. Peeero ...

Mirá quien nos viene hacer un gol, el tocayo. Un tipo que va con el tres en la espalda se aventura tirando pasos en la mitad de la cancha revolea un centro que Urigüen no calibra bien y deja vivo. Y ahí viene Pablo Alanís, con los ojos cerrados, le mete bomba y le pega, haciéndonolas caber.

Santa Rosa jugó bien, en el medio y arriba. Antes que sea una injusticia del todo, un lindo centro que peina Gastón se va adentro y nos queda el partido a mano, todo da para que lo ganemos en el segundo tiempo.

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El segundo tiempo empieza con poca visual para nuestro lado, adivinamos ataques que tal vez fueran peligrosos o tal vez no. Winifreda espera, mira. En la primera que tiene, Grasso le quema las manos a Vaca, la pelota le queda de vuelta y lo que tira es un centro mordido que recorre la línea hasta que uno va y la empuja adentro. Ese gol, a los 13 del ST, sí que duele, hay que mover el carromato, pensamos en lo que cuesta.

Los cambios. Abrigo podría entrar, pero no salir Zabala, ahí no lo entendimos. Tal vez Abrigo por uno de los de atrás era. Pero a todo esto vino el nocaut en el que hay una jugada desafortunada, Calvente se tira para cerrar un tiro al arco y el efecto  que toma  la pelota la lleva adentro, situación LTA casi definitiva.

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Así que todo muy lindo, muy ricos los mates, aire y sol pleno, pero en la tabla 0 de 6. No es trágico pero nos da lástima. Vamos a tener que ir corriendo de atrás toda la primera rueda y ver si nos acomodamos para la segunda.

Hay buenas cosas de Guiñazú, algo de Lucas Francia y de Gastón Lezcano, nos gustó mucho Piquito Guzmán cuando entró. Pero hay que meterle catanga, eh.

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Tío Pumba se echa, cansado, entre los árboles. Cierra los ojos, mueve la cabeza de un lado para otro mientras los autos se abotonan al irse. Enseguida se para, y dice. Bueno, hay que seguir. Esto lo arreglamos nosotros o no lo arregla nadie.

El domingo, recibimos a Belgrano en el Mateo.

Abrazos.

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