Guardia del Monte 1 - Santa Rosa 3
El partido se jugó en el Estadio "El Fortín" de Toay. Asistencia: 138 espectadores de Santa Rosa (33 autos normales, 1 combi, y 1 Torino azul, el del Tío Pumba), 146 espectadores de Guardia del Monte. La temperatura era de 10º C. Durante el partido caerá una molesta garúa, que por momentos se interrumpe, y que vuelve pero nunca se larga del todo para pasar a categoría de lluvia. Santa Rosa salta al campo con su camiseta blanca y pantalones blancos, todos con manga corta menos Gaby Sayago que tiene debajo camiseta manga larga. Guardia del Monte juega con su camiseta amarilla y roja. Según el mito, el nombre de Guardia viene de los "Colorados del Monte", las fuerzas de choque que comandara el General Don Juan Manuel de Rosas. Otro mito menos grandilocuente dice que el rojo y amarillo eran la camiseta de la Asociación Española de Socorros Mutuos que tuvo sede en Toay hace mucho tiempo.
Mientras tanto, en el predio albo de la ruta 5, Uriburu pierde con UyA 6 a 2. No se si se acuerdan que Uriburu llegó al Mateo como puntero: después de eso, se comió 14 goles en los últimos tres partidos. En Anguil, Anguilense y Pampero empatan 2-2. En Acha, Sarmiento empieza perdiendo pero lo da vuelta, le gana a Unión 2-1. Fue la fecha que más goles tendrá en todo el campeonato: 19 goles.
Un día antes, Novak Djokovic juega con Nadal el mejor partido de tres sets de la década (cuatro horas y pico) y pierde después de tenerlo nocaut en su propia casa. Mutilado por el esfuerzo, Nadal pasa a la final con Federer y ahí si, por fin la puta madre, pierde, pierde en menos de una hora y media. Te recabió Rafa.
El albo formó con Michelena; Bravo, Constantino, González, Ibanbargoitía; Peredo, Alanís, Agüero y Sayago; Susvielles y Andrágñez.
Lo arbitró César González, muy bien esta vez.
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Muy arropado, Mateo Calderón hace su ingreso al estadio con el equipo. Lleva una campera gruesa marrón, una capucha celeste que le cubre toda la cabeza menos la carita, una bufanda naranja que le rodea el cuello. Detrás de todo eso, una camiseta albinegra que apenas se le ve por debajo de la cintura. Llega hasta el circulo central, corriendo despacito. Luego Sabino lo acompañará hasta el vestuario. Ha hecho su parte, y en el entretiempo su compromiso con la causa le será recompensado con un algodón de azúcar fucsia.
A pesar del frío está lindo para jugar y, sépanlo, el que comentamos fue, minuto a minuto, el más interesante de los siete partidos que hubo hasta acá. Buen comienzo de Santa Rosa, tomando de a poco control del juego y decididamente parado en el campo rival, tirando diagonales, toque corto dentro de lo posible, con Pablo y Sabino muy enchufados para recuperar y distruibuir. Es justo Sabino quien supera la línea de zagueros en una jugada rápida y, parado desde el vértice del área grande, va a tirar lo que parece que era un centro al medio. Pero eso que tira va al primer palo y el arquero queda a contrapié, el manotazo no rechaza, es gol. A los 30 minutos Santa Rosa consigue así abrir un partido chivo.
Un ratito después, una paciente jugada que sale de un lateral deriva en un rechazo exigido de la defensa de Toay. Pablo Alanís parado en la medialuna del área grande, la calza como viene y la pelota va a ir al ladito del arquero, pero bien fuerte, bien rasante y pegadita al suelo. Semitapado, el arquero de Guardia se tira y parece que la aplasta pero se le escurre por debajo. La pelota sigue girando en cámara lenta y recorre treinta centímetros más, pasando la frontera del gol que es más imaginaria que real, porque no se ve la cal. Miramos al línea para putearlo y vemos que corre hacia la mitad de la cancha: ha cobrado gol. Pablo mete su primer gol en el año, se abraza con el banco entero. Santa Rosa pone el partido a una distancia más segura, con lo que se irá al descanso.
Guardia muestra los dientes tempranito en el segundo tiempo y a los diez minutos nos hace el primer gol de jugada del campeonato (el de Sarmiento, recuerden, fue de penal). Un clásico desborde veloz, con todo el mundo a contrapié, y delantero que llega tocando pito. 2 a 1, ojito. Pero un minuto después, vemos a Susvielles parado en el momento justo en el lugar correcto del área rival para hacer el tercer gol. Coqui ha sido decididamente la figura de la cancha: era el el que picaba en el primer gol, en el centro que tal vez tiró Sabino; era uno de los que generó la jugada del rebote que agarró Alanís en el segundo; mete el tercero, y luego mostrará gran despliegue y sacrificio para dar una mano abajo, raspando incluso en el borde del área propia cuando al albo le falte gente.
Cuando al albo le falte gente, dijimos. Porque la defensa nuestra tuvo que apelar al foul táctico y con eso nos iban pintando de amarillo, hasta que nos dieron dos manos de pintura. Así fue que González primero, y Bravo después, abandonaron la cancha. Tuvimos suerte de que esto pasara bastante tarde en el partido, 30 y 36 minutos del ST. Hubo que jugar como diez minutos con dos menos, y si Guardia nos metía un gol rapidito te encargo los pasteles. Peor aún, no teníamos un equipo apático y lento enfrente, Guardia jugó un buen segundo tiempo y tal vez mereció hacer un gol más. En todos los avances venían corriendo tipos libres marcando el pase, hubo travesaño, jugadas dudosas y pelotas al lado del palo.
La distancia fija de dos goles evitó que todo fuera más dramático, pero sólo Pablo Alanís parece captar lo importante que fueron estos tres puntos cuando grita bien fuerte "¡vaaamos!" al oír el pito final del juez. Guardia va a enredar a más de uno, y hoy zafamos: cancha brava, llovida, sin Cartucho y sin Montigni, terminando con dos menos, la cosa se resolvió al final de la mejor manera, dejando de lado que nos echaron media defensa. En el formato de triangular con obstáculos que tiene este torneo es importante ganar estos partidos, es muy importante mantener el colchoncito de tres puntos y ponerlos a interés a ver cuánto nos rinde el ahorro. Tío Pumba dice que con 35 puntos somos recontracampeones, y recién llevamos casi la mitad. Esto sigue, pero va bien. Abrazos.
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