23 abril 2012

(6 y 7) El vacilar de las cosas

Enfundado Papá de Milton en su poncho campeón, se para y zapatea un poco para combatir la primera tarde fría del campeonato, y dice: ahí está: por fin una que arrancamos bien, penal a favor en siete minutos.

Y lo que saben Baldissoni va, le pega medio mal, el arquero queda fuera de cuadro pero la pelota raspa el palo y se va afuera. Milton piensa: es mejor errar un penal a los siete que faltando siete. Ahora tenemos todo el partido para remarla.

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Santa Rosa jugó de mayor a menor emparejando el partido para abajo. Che Guevara estaba sin mucha pólvora y medio parado. Nosotros nos escalonábamos bien atrás pero no escalonábamos para ir al frente adelante. El problema, que lo tenía Tachuela sobre todo, pero no sólo él, era el querer llegar a posición de gol en un solo pase. Ese pase era tan arriesgado y tan predecible que casi siempre era anticipado. Sólo una vez funcionó y lo tuvo Segurado en un mano a mano que debió haber metido, un ratito después del penal. Pero faltaba vocación de abrir la cancha y eso le hacía fácil las cosas a la defensa del Che.

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Es oficial, ya teníamos poca gente en la tribuna, casi casi que estábamos todos en la cantina en el entretiempo. Discutíamos sobre nuestro futuro, sobre la nacionalización de YPF y la Liga. Lo primero nos preocupaba menos que lo segundo. Tenemos que meter un par de triunfos seguidos más, la idea sería abandonar la zona caliente y tratar de meternos en área provincial. La tabla es rara y es mentira: sabemos que algunos de los que están arriba se van a caer, y algunos de los de abajo van a recuperar su nivel. En esta foto el partido de ayer era importantísimo. Si llegamos a perder estamos hundidos, decía Tío Pumba mientras se clavaba un turrón Arcor.

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En Macachín, hace una semana, estábamos jugando bien, pero, saladísimos, era obvio que íbamos a perder. Ahora ayer en el Mateo la sensación era otra: no estamos jugando bien, pero vamos a ganar este partido. No era un análisis táctico lo que decía Tío Pumba, sino era lo que tenía ganas que pasara. Enfundado Papá de Milton en su poncho campeón, se para y zapatea un poco para combatir la primera tarde fría del campeonato, y dice: ahí está, no de nuevo decía.

La escena era esta, pelota que le cae a Cuca Benvenutto y vemos que la calza bien, le pega fuerte y cruzado, todo el mundo mira de costado, toda la defensa tapando al arquero pero parada a contrapié, la pelota vuela baja y rápido, puede ir a cualquier lado y desviarse y aún así meterse adentro, y si no pega en nadie se mete al lado del palo, y si Urigüen no retiene hay dos tipos habilitados para empujar el rebote a la red. En ese momento, finalmente, Urigüen sí ataja, se tira sin ver bien nada, es un bulto que trata de atajar como un pollo, y siente que la pelota le pega en las dos manos y se agarra a ella como si fuera una tabla de náufrago.

Fue, tal vez, la jugada decisiva del partido, iban 28 del ST.

Cinco minutos después, la otra que queda en el resumen de goles. Pelota revoleada a la carrera, Lezcano gana y pone un pase que Chotija no cubre, Baldissoni tiene entonces su penal en movimiento y ahora la mete, despacito.

Antes de que empecemos a pedir la hora contra el Che, pasa otra cosa: centro al área, pelota que entra en un flipper de cabezas, hay penales para todos los gustos, y  Acebo la ve al lado de su pie y la manda a  guardar. ¡Muy bien Tommy!

El partido quedó entonces bastante asegurado si no nos mandábamos ninguna cagada tipo penal y expulsión, todo se fue enfriando de a poquito y a las seis y cinco ya Villegas estaba cerrando el Estadio.


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El equipo está bien atrás, no nos generan muchas chances y nos han metido un solo gol en tres fechas. Es una base para construir y podemos ir acomodándonos en el pelotón de clubes para mejorar algo más en la segunda vuelta, que sería la idea, comenta Papá de Milton mientras se come el turrón arcor que era para Milton, y que Milton no había llegado a comer estresado por el partido.

El domingo que viene jugamos con nuestros amigos de Penales, en el Mateo también.

Abrazos!

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