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Bueno, sin estar contento Milton tampoco está triste. No se jugó bien, pero se hizo lo que se pudo.
Alegría a medias ayer: teníamos muchas ganas de ver fútbol y desde lo organizativo salió todo redondito. Lo malo fue que la cancha de All Boys destila amargura, con lo cual Belgrano se sentía totalmente local, y nosotros, especialmente la hinchada, vimos el partido medio como pajeados. Tenemos que volver cuanto antes al Mateo, ahí está el alma del club, de la Villa, del Peñi, del 5000, del Butaló, de Las Rosas.
Primer tiempo malo con una parte donde nos pelotearon: zafamos. Igual quedó claro que los tres de ellos arriba eran muy difíciles de tener, se nota que estaban afilados. En el segundo mejoramos y el partido se emparejó, pero al hacerse más abierto ellos tuvieron más espacio. Así vino el primer gol.
Bien Raúl en hacer los cambios enseguida: nos tiramos a empatar a plata o mierda y casi lo logramos. Pero del mazo salió la otra carta, y en una contra vino el segundo gol de ellos.
De todos modos, los chicos tricolores que pronosticaban el cinco a cero no se presentaron ayer, parece. A Belgrano tampoco le sobró tanto, lo que se demuestra cuando uno recuerda la forma en que empezaron a hacer tiempo ni bien metieron el primero. Igual el resultado fue justo, parece que hoy por hoy, están un escalón más arriba y para ganarles necesitaríamos tener un poquito de culo, que no siempre se tiene.
El análisis miltoniano del equipo: hay que marcar más al cuerpo atrás. En el medio, y esto es muy importante, dos de nuestros jugadores clave estuvieron muy lejos, descolgados al costado, y debieron haberse tirado más al centro: Pablo Nicollier y Martín Montigni. Abaca desparejo, pero le reconocemos a Juan sí mucha voluntad, como cuando a los cuarenta del segundo corrió setenta metros a un jugador de Belgrano y le terminó sacando la pelota en posición de cuatro.
No podemos dejar de señalar lo bien que jugó un enemigo de Milton, el Sr. Cachete Miranda, a quien una vez casi lo boxeamos (esto era cuando yo era violento y malo: ahora soy bueno y me divierto más). Ocho de toda la vida, ayer salía a cortar como si hubiera jugado siempre de dos. Viendolo no dejábamos de pensar en lo bien que le salió a Blanc el invento de ponerlo de líbero, y en insistir en la vieja de idea de hacer un invento similar: meterlo al Gaby Sayago de "carrilero".
La expulsión de Sabi: no tenemos nada que reprocharle, la primera amarilla fue una reacción comprensible y la segundo un foul zonzo pero se le fue la patada. A Milton le enoja que te echen en el primer tiempo por protestar, pero lo del Sabi puede pasar. Una pena, porque si bien Sabino Agüero no es el mejor de nuestros jugadores, sí es el alma del equipo, un motorcito, el más difícil de reemplazar.
La solución de Milton es ponerlo al Gaby ahí, y al Rúben con Abaca adelante. Ayer quedó claro que un jugador pesado y potente como el Rúben Holzman va a ser muy necesario en estos torneos, mas teniendo en cuenta que casi todos los demás son chiquitos y ligeritos -a punto de cumplir veinte años de carrera, ERH pasó de ser un "correcaminos" a un "tanque", adaptándose a nuestras necesidades-. Ah, y quedó claro que el Ruben es incombustible, interminable, inmune, todo. Con el Rúben al lado, Milton le declara la guerra a los Estados Unidos.
Quedan dos partidos afuera. Necesitamos ganar uno. La cancha de Alvear es nuestro próximo objetivo. Allá vamos.
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